viernes, 27 de mayo de 2011

Con buen ritmo

Cristina -mi mujer- se ha puesto otra vez manos a la obra y ha creado un nuevo vídeo. En esta ocasión para que todo el mundo pueda conocer a Cristina a ritmo de la música.

viernes, 20 de mayo de 2011

Con los ojos de Cristina

Algo fundamental que no puede faltar cuando se va en bicicleta es el casco y como no, yo lo llevo cuando me escapo a dar pedales. Si está Cristina en casa me paseo delante suya para que vea mi aspecto, pero no me presta ninguna atención.

Hace unos días fui con ella al el taller de bicicletas, cuando salíamos de la tienda entraba otro cliente que llevaba su casco en la cabeza, Cristina en cuanto lo vio exclamó: -"¡Un casco!" Y rápidamente se fue tras él.

- "¡Señor, señor, espera, espera!" El señor -en realidad un muchacho joven- se tuvo que parar y Cristina hizo una presentación en toda regla: -"Este es mi papá"

Así que quedamos presentados gracias a mi hija y simplemente porque usamos casco. Así de sencillas y naturales son las cosas a los ojos de Cristina.

viernes, 13 de mayo de 2011

Estamos con el autismo 2011


Por fin ha llegado el nuevo número de Estamos con el autismo, como siempre dentro de la revista literaria En sentido Figurado.
Anabel Cornago -promotora de este gran proyecto- ha sabido animar a muchas personas a que escribiéramos nuestras reflexiones o testimonios sobre esta discapacidad. Espero que os guste.

viernes, 6 de mayo de 2011

En un mundo real

El autismo hace que las personas que lo sufran estén inmersas dentro de su mundo. Con mucho trabajo, esfuerzo y cariño son capaces de salir de él, y se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor.

Pero también  son capaces que otras personas que supuestamente vivimos en un mundo real consigamos que miremos lo que nos rodea y observemos lo que nos estamos perdiendo.

Era uno de esos días en que había partido del siglo (Barcelona-Real Madrid), habíamos salido a pasear Leyre, Cristina y yo. Nuestra idea -inmersos en la vorágine futbolística de estos días- era volver a casa para cenar y ver dicho encuentro.
Pero entonces le enseñé a Cristina qué cerca estaba el sol de esconderse detrás de las montañas. Y ya no nos pudimos mover de ahí. Porque ella quería ver cómo se ocultaba y además que yo fuera diciendo los metros que faltaban para hacerlo.

Así que durante un rato hice de astrónomo aficionado y vimos una gran puesta de sol.  Nos perdimos buena parte del partido, pero por un rato todos salimos de nuestro mundo ficticio particular y comprobamos que el mundo real es mucho mejor.