viernes, 25 de enero de 2013

Esa botella

El ordenanza del lugar donde trabajo tiene, encima de su mesa, todos los días una botella de agua, pero siempre está tumbada. Me llamó la atención el primer día que la vi  pero no le di importancia.

Los siguientes días he seguido viendo que siempre deja la botella en la misma posición. Hoy he sentido tentaciones de acercarme a su mesa y ponerla en posición vertical.

Pero me he dado cuenta de que el estado en que se encontrase sería indiferente para el devenir futuro y además puede que exista una razón para que esté así. Finalmente he olvidado el dichoso envase. Pero no he tenido más remedio que acordarme de Cristina, estoy seguro de que ella no hubiera podido controlarse y habría colocado la botella en su posición lógica.

Por un momento me he sentido más cercano a ella y quién sabe, también más cerca de entenderla.




sábado, 19 de enero de 2013

Mosqueados


Andamos un poco mosqueados con Cristina, ya el martes pudimos ver que algo raro ocurría. 

Cuando llegué a casa por la tarde encontré el bolso de deporte de Cristina preparado para el día siguiente. 
Como yo soy el encargado de decirle a Cristina que lo prepare y revisarlo le pregunté a mi mujer si lo había hecho ella. Tras su respuesta negativa comprendimos que Cristina sin decirle nosotros nada se había preparado su bolso y además había dispuesto también la ropa del día siguiente.

Pero es que ese mismo día y los siguientes -cuando llegó la hora- cogió su tarea y se fue a la cocina a hacerla. Sin que mediara orden por nuestra parte.

Finalmente hemos confirmado que algo ocurre, porque ayer por la mañana, inmediatamente después de levantarse, en vez de ir a desayunar, se hizo su cama y sin ninguna arruga.

¿Qué está ocurriendo?


sábado, 12 de enero de 2013

Mentiras arriesgadas

Dicen que los niños con autismo no saben mentir, Cristina lo intenta y no concibe que nosotros no creamos sus mentiras. Suelen ser tan inverosímiles que llegan a tener tintes cómicos.

Cuando ayer fui a despertar a Cristina, ya estaba levantada y en cuanto me vio escondió algo detrás de la espalda. Tan raro me pareció que le tuve que preguntar qué escondía.

Primera mentira: - "No es nada, vete" Naturalmente era algo, pero qué.

Más extrañado si cabe,  me fui para que pudiera salir de la habitación con su secreto. Pero tenía que ir hasta la cocina donde  yo estaba esperándola y entonces vería qué escondía. Pero fue en vano, porque lo ocultó debajo de su pijama.

Le pregunté otra vez por él, y vino su segunda mentira: -"Es un bebé" Como si tal respuesta me tranquilizase.

Al rato me despisté y cuando quise darme cuenta ya no lo llevaba encima, pero al ver su bolso de deporte sospeché que ahí estaba. Lo conseguí abrir sin que ella me viera y descubrí su gran secreto: Había sustituido la camiseta de manga larga que se pone después de hacer deporte por otra de manga corta. Naturalmente sabe que si me hubiera pedido permiso le hubiera dicho que no.

Tras arduas negociaciones llegamos al acuerdo de introducir las dos, con la esperanza que se pusiera ambas.