Ninguna de las dos cosas le gusta. Intenta que le perdonemos lo antes posible pidiendo disculpas y hasta que no le decimos que está perdonada no se queda tranquila.
Pero lo más difícil es el castigo. Tiene que ser un castigo que naturalmente le suponga una contrariedad pero que también sea fácil de cumplir por nosotros porque ella se lo intentará saltar en cuanto pueda. Pero lo más importante es que aunque la hayamos perdonado y haya desaparecido el enfado ni ella ni nosotros podemos olvidar que sigue castigada.
Así que para que se quede tranquila demostrando que no estamos enfadados con ella pero que se lo piense mejor para la próxima vez le decimos: - "Cristina, estás perdonada. Pero sigues castigada"