jueves, 29 de enero de 2009

La sopa de la Abuela


Este sábado hemos estado en casa de mis padres.
Como siempre que vamos, Cristina empieza una especie de diálogo con mi madre: - “¡Abuela, quiero sopa!”. - “¿Quieres sopa?”, contesta mi madre, haciéndose la sorprendida. La única respuesta de Cristina es ir directamente a la cocina y quedarse sentada a la mesa, esperando que le sirvan la sopa. Mi madre le explica que no tiene su sopa preparada porque no le habíamos anunciado nuestra visita, pero empieza rebuscar por la cocina. - “Cristina, me parece que hoy sólo puede ser de Starlux...”. Esto no parece importarle a Cristina, porque no manifiesta el menor interés en los ingredientes que deba llevar su sopa. -“¿Quieres sopa de fideos o de letras?”, le pregunta mi madre a la vez que le muestra las dos posibilidades. Esto sí que le interesa Cristina porque por un momento vuelve del lugar incierto y lejano en el parecía estar: -“¡De letras!”. Así que la abuela se pone al trabajo de hacer la sopa de inmediato. Cristina la vigila y de vez en cuando se acerca para levantar la tapa de la cazuela y ver cómo va su sopa. Por fin, su sopa está servida y ella empieza a zamparse plato tras plato. De vez en cuando, entre cucharada y cucharada, acierta a decir: “¡Qué rica!”. Cuando ya parece que se ha saciado, sin mirar a nadie y sin pronunciar un triste “gracias”, se levanta de la mesa y abandona la cocina. Quizás más tarde se vuelva a acordar de la sopa y vuelva a la cocina para mirar si ha sobrado algo...

viernes, 23 de enero de 2009

Este soy yo


El de la imagen soy yo. Cristina cada viernes trae a a casa los trabajos que ha hecho durante la semana en el colegio. Y un día, justo hace ahora dos años, trajo este dibujo que fue el primero que hizo sobre mí.

Las personas que me conocen dirán enseguida que no me parezco en nada, y es verdad. Yo no soy tan guapo, ni tan delgado, ni estoy siempre tan contento. Aunque sí que todavía tengo un poco más de pelo.

Pero a mí, por supuesto, todo eso me dio igual. Porque en cuanto lo vi me gustó tanto que lo plastifiqué y me lo he guardado para mí.

Siempre nos habían dicho que intentáramos que Cristina nos pidiese ayuda para que se diera cuenta que había otras personas a su alrededor. Por eso poníamos las cosas que más le gustaban fuera de su alcance. Pero muchas veces cuando nos llamaba para solicitar ayuda, yo no sabía si realmente entendía a quién llamaba o simplemente para ella eran unas palabras que al decirlas obtenía lo que quería.

Yo, y supongo que la mayoría de las personas, no estamos seguros de algo importante hasta que no lo vemos por escrito. Así que, cuando vi por primera vez este dibujo estuve seguro de algo: "Mi hija ya sabe que existo. Lo tengo por escrito."

sábado, 17 de enero de 2009

El día de Reyes


De momento es muy difícil que Cristina venga a Misa con nosotros, porque o bien estaría corriendo entre los bancos o bien, empezaría a relatar a todos los asistentes una y otra vez alguna escena de su película favorita.

Así que, el día de Reyes esperé con ella fuera a que terminara la Misa para entrar luego y que pudiera besar al Niño Jesús. Justo entonces salían los Reyes Magos. Cristina en cuanto los vio se abrazó a ellos uno por uno, como si los conociera de toda la vida. El Rey Melchor, incluso se paró y le puso la corona, momento que aprovechamos para sacar esta foto.

A Cristina en el colegio le han explicado quiénes son los Reyes Magos y ella se ha aprendido sus nombres, pero todavía no los asocia con los regalos que le aparecen junto a sus zapatos.
Mientras iba abrazando a cada Rey, quizás ellos pensaban que los abrazaba para agradecerles sus regalos, pues no, su abrazo era mucho más desinteresado. Es más, si hubieran sabido qué difícil es que Cristina muestre su afecto hacia alguien hubieran pensado que el regalo se lo habían traído a ellos.

sábado, 10 de enero de 2009

Cristina y su mundo


Cristina vive en su mundo. Y debe de estar muy a gusto porque es muy difícil sacarla y meterla en el nuestro.
Algunas veces, soy yo el que entro en el suyo. No me extraña que no quiera salir: no tiene ningún tipo de problema, siempre es feliz y puede hacer lo que le venga en gana con absoluta naturalidad.

Pero claro, yo tengo que salir, no me puedo quedar dentro toda la vida. En ocasiones me da envidia: ya me gustaría hacer siempre lo que me diese la gana.

Pero otras veces –la mayoría- me da pena. En realidad, su mundo es muy limitado. Aunque nosotros vivamos bajo un montón de normas y obligaciones, también tenemos muchas cosas que nos dan la felicidad.

En fin, ese es nuestro trabajo: ayudarle a que salga de su mundo feliz, a otro que en apariencia no es tan feliz, pero que es aquel en el que tiene que vivir.