viernes, 22 de marzo de 2013

Cristina frente a un dilema

Cuando Cristina empezó a hablar le costaba encontrar la palabra adecuada  y se quedaba pensando en lo que le iba a decir, yo disfrutaba viendo su cara y sus gestos, casi  le podía oír pensar.

La semana pasada le pasó lo mismo, en esta ocasión sí que sabía que palabras debía emplear, el problema es que también conocía las consecuencias de decirlas.

Supe que me había desobedecido y de improviso le sometí a un  interrogatorio: - "¿Cristina, esta mañana has encendido el ordenador?" La pregunta le pilló fuera de juego; abrió la boca para contestarme pero inmediatamente la cerró, cualquier respuesta que diera sólo serviría para meterse en un lío: por mentir o por decir la verdad.

Le volví a preguntar, y por respuesta sólo obtuve un: "oh, oh"
Insistí: -"Cristina, mírame a la cara y dime si esta mañana encendiste el ordenador."

Por fin me respondió con un apagado: "No..." Su insegura respuesta  era el reconocimiento de su falta, pero yo me lo estaba pasando muy bien, y además ella tenía que decirme la verdad. No tuve más remedio que preguntarle de nuevo e, incapaz de mantener una mentira, me tuvo que contestar la verdad: -"Sí"

-"Cristina, entonces estás castigada por la tarde" Me lo había pasado tan bien que casi le levanto el castigo, pero hoy es el día que todavía no me ha vuelto a desobedecer...

viernes, 15 de marzo de 2013

¡Gracias Víctor!

Víctor  tiene 7 años, vive en Carbonero el Mayor -provincia de Segovia- y es sobrino de  Mª Nieves, nuestra cocinera de tartas oficial. Además, de todo lo leído es fiel seguidor del blog de Cristina.

Tanto, que por mediación de su tía le ha hecho llegar a Cristina unos ramos de flores que ella muestra encantada en la foto. Se nota que es un lector asiduo del blog porque las flores, aunque parezca mentira, son de chocolate.

Así que sirva esta entrada para darle las gracias a Víctor por un regalo tan apropiado para Cristina. Además yo espero que por leer este blog pueda conocer un poco más qué es el autismo. Y, si en el futuro, se encuentra con alguna persona con este síndrome, sepa  entenderla y apreciarla. Así que de nuevo ¡Gracias Víctor!

sábado, 9 de marzo de 2013

Lenguaje escrito

Cuando Cristina cometía  faltas de ortografía, por ejemplo, escribir: "octabo" Mi primera reacción era echarme las manos a la cabeza. Menos mal que recapacitaba de inmediato y me daba cuenta que el hecho de tener que corregirle una falta  era en sí todo un triunfo.

Y así me lo tomé el otro día cuando vi que Cristina   -en su tarea diaria-  tenía que inventarse frases a partir de unos cuantos adverbios de interrogación: "Quién", "Dónde"... Teniendo en cuenta que para ella es muy difícil contestar a preguntas de este tipo, lo había hecho bastante bien.

Pero cuando vi   que  al lado de "Cómo"   había escrito "El bocadillo" No pude sino reírme y estuve tentado a dejar así escrita su contestación.

Pero aunque era muy gracioso, le hice borrar la respuesta y hacer que la contestara de forma más conveniente. Y tras arduos esfuerzos por mi parte para hacerme entender consiguió escribir algo mucho más de acuerdo a la pregunta.



sábado, 2 de marzo de 2013

De natural desconfiado

A Cristina le encanta el chocolate y poco más necesita  para ser feliz, así que mi mujer el jueves pasado le preparó para merendar  un bocadillo de chocolate. Pero cometió el error -extraño en ella- de dejarlo encima de la mesa en vez de guardarlo en su sitio.

Cuando volví de la calle y lo vi tan atrayente no dudé en pegarle un bocado. Justo en ese mismo momento entró Cristina en la cocina con el mismo propósito que yo, pero todavía masticando  el chocolate no le dejé que lo hiciera.

-"Es para Leyre". Ante esa contestación que golpeó mi conciencia le di dos onzas  para que se las llevara  a su hermana  que, encerrada en su habitación, estudiaba duramente.

Sin embargo, me hizo dudar de sus intenciones cuando me volvió a decir: -"¿Y otro para mí?" Mi respuesta de nuevo negativa le pareció bien y salió de la cocina.

Un pensamiento me vino a la cabeza: -"Seguro que Cristina se come una de las onzas y a su hermana  le da la otra". Con tal certeza fui a ver a Leyre y se lo pregunté. Su respuesta me dejó en mi sitio: Las dos onzas habían llegado a su destino y Cristina se había  comportado como una gran hermana.