viernes, 26 de febrero de 2010

Palabras que empiezan por F

Entre la tarea que ha traído Cristina del cole ha habido una que no me ha gustado nada. Tenía que escribir palabras que comenzasen con "F"

En estos casos Cristina siempre empieza a mirar por todos los lados para ver si encuentra algo que empiece por dicha letra.

Como le costaba encontrar alguna palabra me empecé a señalar a mí mismo e intentar que inmortalizara mi nombre en su papel. No resultó como yo esperaba. Porque me miró, puso cara de que había entendido lo que le quería decir y escribió: "FEO"

Me dejó un poco "transpuesto" porque además de escribirlo lo dijo en voz muy clara, sin inmutarse ni sonreír. Me repuse como pude y le seguí ayudando a buscar más palabras que comenzasen por "F". Después de todo sólo es tarea ¿y a quién le gusta la tarea?

domingo, 21 de febrero de 2010

Jugando con un tramposo

Poco a poco Cristina va entendiendo el juego del escondite. Ya sabía que se trataba de esconderse. Lo que le costaba más era entender que tenía que procurar que nadie la encontrase.

Así que cuando se escondía y nadie la descubría empezaba a gritar: "¡Eh, estoy aquí!" O simplemente preguntabas: "¿Cristina, dónde estás?" Y su rápida respuesta: "¡Aquí, abajo de la cama!"

El otro día estuvimos jugando otra vez, utilicé la misma estrategia para descubrirla pero no sirvió para nada porque no me contestó.

De todos modos, le seguí poniendo a prueba. Empecé a contar en alto:  "1, 2, 3, 4 y..." De inmediato Cristina contestó: "¡Cinco!"

Tras dejarle claro que le había encontrado por hablar seguimos jugando, ella se escondió y yo intenté localizarla con mis trampas. Esta vez ya había aprendido la lección, pero la volví a descubrir, porque por muy perfecto que sea su escondite siempre se esconde en el mismo.

La incapacidad de ponerse en el lugar de la otra persona es uno de los rasgos de los niños con autismo. Supongo que Cristina no tiene en cuenta lo que yo sé cuando juego con ella. Pero poco a poco lo irá consiguiendo. Otra cosa es que consiga que yo deje de hacer trampas.

viernes, 12 de febrero de 2010

Palabras importantes

Cuando Cristina empezó a hablar aprendió muchas palabras que las iba utilizando según su conveniencia. Siempre palabras sueltas, pero había una que me interesaba a mí que dijera pero que nunca pronunciaba.

En verano muchas tardes vamos a la piscina. Solemos ir Leyre, Cristina y yo. Cuando Cristina era más pequeña uno de los momentos más críticos era el de prepararse para volver a casa. Es muy difícil vestirse uno mismo y a la vez intentar que Cristina no se escapase.

Como en todo hay trucos: Dejarle las zapatillas sin poner, dejarle alguna prenda puesta a medias para que  termine de ponérsela y así mantenerla ocupada, etc.

Pero los trucos no siempre sirven y un día Cristina se escapó  hacia un montículo de los jardines de la piscina. La pendiente era muy pronunciada y una vez arriba no se atrevía a bajar por miedo a resbalar.

Entonces no se le ocurrió otra cosa más que gritar: "¡Papá!, ¡Papá!" Y esa fue la primera vez en toda su vida que pronunció esa palabra. Naturalmente en dos brincos llegué donde ella y le ayudé a bajar.

No sé quién de los dos estaría más emocionado, porque por la noche en la cama ella no dejaba de gritar "¡Papá!", "¡Papá!" Y yo no me cansaba de escucharla.

viernes, 5 de febrero de 2010

Tranquilos, Cristina vigila


Nuestro acuario tiene actualmente superpoblación. Los peces que lo habitan han criado y decenas de crías revolotean por sus aguas. Mi mujer las aparta para que no acaben siendo pasto de los otros peces.

Pero hay tantos, que alguna vez algún pececillo recién nacido se queda olvidado y no tardaría en ser devorado si no contase con una protectora incansable.

Todos los días - cuando vuelve del cole- Cristina lo primero que hace es pararse delante del acuario a observar los peces. Si descubre una cría olvidada grita: -"¡Eh, un pez!" y corriendo va a buscar las herramientas necesarias para capturarlo y llevarlo con sus hermanos.

Yo la ayudo a "pescar" el pececillo y tras cumplir con la buena acción Cristina vuelve a dejar las herramientas en su sitio y se prepara para merendar.

Mientras, el pez rescatado nada tranquilamente con sus congéneres. Libre de las fauces de sus hermanos mayores y con alguien que está pendiente de él.