En la plaza de enfrente pusieron una especie de pista por la que después de subir andando, los niños se podían deslizar con unos grandes neumáticos a la idea de trineos.
Llegamos allí Cristina, Leyre y yo. Vimos como se resbalaban otro niños y tras pensarlo varias veces decidí intentar que Cristina disfrutara también de la atracción.
Tuvimos mucha suerte porque apenas había cola y Cristina que no le gustaba nada esperar no lo tuvo que hacer. Vino a buscarla un monitor para subirla hasta arriba. Y yo con excesiva preocupación le dije que tenía autismo y que quizás no se quisiera montar.
Subió Cristina hasta arriba, y siguiendo las indicaciones del monitor se montó en el neumático, y tras un divertido viaje llegó a su destino, es decir, lo mismo que cualquier otro niño de los que ahí estaban.
Y aún sin ser habituales del Corte Inglés, hay que reconocer que ellos también tuvieron algo que ver con nosotros, porque en aquel día empecé a darme cuenta de que Cristina podía divertirse como cualquiera.
Subió Cristina hasta arriba, y siguiendo las indicaciones del monitor se montó en el neumático, y tras un divertido viaje llegó a su destino, es decir, lo mismo que cualquier otro niño de los que ahí estaban.
Y aún sin ser habituales del Corte Inglés, hay que reconocer que ellos también tuvieron algo que ver con nosotros, porque en aquel día empecé a darme cuenta de que Cristina podía divertirse como cualquiera.
Ya vez Fernando como crecen!un saludo, cariños a Cristina. Carmen
ResponderEliminarClaro que si Fernando !
ResponderEliminarNo sabes cuanto me alegro por Cristina y por todos vosotros.
besitos
sonia abuela de una niña celiac
Genial. Me alegro de que cada vez Cristina se desenvuelva mejor y que pueda disfrutar con su familia de momentos tan divertidos como el que cuentas.
ResponderEliminar¡Un saludo!