Mi mujer y Leyre me suelen acusar de glotonería con los dulces. Yo no les quito la razón. Pero algunas mañanas cuando toca la hora de levantarse y Cristina no quiere ni oír hablar de ello, hay algo que siempre funciona, le digo con voz muy seria: -"Cristina, me voy a comer tus ositos de chocolate"
Cristina -que debe pensar lo mismo que el resto de la familia- se lo cree a pies puntillas, no me deja salir de la habitación, se baja de la cama, se pone las zapatillas y medio dormida se planta en la cocina para desayunar.
Con el tiempo hemos ido conociendo tanto a Cristina que podemos prever que reacciones va a tener en un momento dado. Pero, también ella nos ha ido conociendo a nosotros. Por eso no se arriesga a quedarse en la cama con los ositos de chocolate a mi alcance.
¡Como para seguir durmiendo!, yo también bajaría veloz a la cocina a desayunar ;)
ResponderEliminarEse conocimiento regula la red del pensamiento paralelo.
A mi tambien me encanta el chocolate y comprendo que su momento dulce no quiera compartirlo. Un beso de chocolate para Cristina
ResponderEliminarFernando, te comprendo, no te puedes imaginar hasta qué punto te comprendo. El buen apetito es un don o una calamidad. No sabría decirlo, pero lo "padezco".
ResponderEliminarCristina, por la cuenta que te trae, cuando tu padre te amenaza con comerse algo, ¡actúa rápida!
jajajaja y es mejor que se asegure que sino los ositos de chocolate desaparecen!! jajaja
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