La fotografía de arriba es de mi pueblo donde hemos pasado unos días de total tranquilidad. Ahí entre las casas y en plena calle jugábamos Cristina y yo al bádminton.
A Cristina le gusta jugar al tennis, pero su juego consiste en tirar lejos la pelota para que su contrincante corra detrás de ella, mientras escucha: -"¡Te gané!" El juego pierde su gracia a la tercera o cuarta carrera.
Pero no ocurre lo mismo con el bádminton. Encontré unas viejas raquetas y jugábamos todos los días. A Cristina se le daba bastante bien y ambos nos hemos divertido bastante. Los partidos eran muy disputados, algo que no se reflejaba el marcador. Cristina llevaba siempre la cuenta, al final los resultados eran demasiado abultados: -"Cristina: 1342, papá: 0", otras veces se permitía el lujo de concederme algún punto: -"Cristina: cien mil, papá: 20"
A la vista de tanta desproporción cualquier otro jugador se hubiese retirado, yo siempre mantenía la pequeña esperanza de poder ganar alguna vez, nunca lo conseguí. Seguiré intentándolo.
Es que Cristina es toda una campeona, así que el papá tendrá que resignarse a perder.
ResponderEliminarCariños,
Rosío
bueno, igual te deja ir de entrenador a las olimpiadas:)
ResponderEliminarBuenos días. ¡Ya sé por quién apostar! ;) un abrazo.
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