viernes, 19 de agosto de 2011

Tribulaciones de un vaso amarillo

Si alguien  está haciendo turismo por Zamora (España) y tiene sed puede darse una vuelta por el Puerto de Escuredo. En  plena subida existe una fuente con varios caños de la que no cesa nunca de manar un agua fresquísima.

Como no para de echar agua, la sobrante queda en un depósito donde los helicópteros la recogen  para sofocar los posibles incendios forestales.

Casi todos los años que estamos en mi pueblo preparamos la merienda y vamos allí a pasar la tarde. No hace falta llevar bebida, pero sí algún receptáculo para el agua. Yo cogí un vaso amarillo.

El vaso se lo quedó Cristina. Varias veces lo lanzó al depósito y lo pudimos rescatar. Finalmente lo dimos por perdido cuando lo introdujo en un profundo desagüe de la fuente.

De todos los que estábamos allí me pidió a mí ayuda porque poseía el brazo más largo, pero no llegaba ni siquiera a tocarlo. Finalmente fue mi mujer- con un brazo más corto pero con más maña- quién rescató el útil recipiente.

Una tranquila merienda se convirtió además en una feliz tarde porque no perdimos el vaso. La culpable de de las tribulaciones del vaso gritaba como la que más  junto al resto de nosotros, mientras felicitaba a su madre por el inteligente rescate.

1 comentario:

  1. Buenos días Fernando. A menudo metemos a otros en harinas sin advertir el peligro.Subir al monte con un color llamativo facilita el rescate.Un abrazo.

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