Le pedí a mi madre que me dijera cómo hacía sus patatas con arroz y costillas. Me dio la receta y decidí que ese sería el primer plato del día, el segundo: filetes de ternera empanados.
Se me echó el tiempo encima y Cristina andaba aburrida por casa así que le dije que me ayudara a hacer los filetes.
Le organicé los platos en la cocina y después de que batiese los huevos le enseñé como tenía que salar la carne, remojarla en el huevo batido y finalmente pasarla por el pan rallado.
Uno tras otro cada filete fue pasando por los tres procesos. Tras algún conato de abandono rápidamente sofocado terminó de empanar todos los filetes mientras yo intentaba que mi arroz con patatas se pareciera al de mi madre.
Por supuesto no lo conseguí -tampoco lo esperaba, una madre es una madre- Sin embargo los filetes de Cristina estaban igual de buenos que cuando los hace ella. ¿Cuál será el secreto?
El secreto es el cariño :)
ResponderEliminarestoy de acuerdo... el cariño es el ingrediente mas rico ;-)
ResponderEliminarSí, el cariño, pero en los dos frentes: el de la cocinera y el del degustador.
ResponderEliminarUn abrazo.