Todos los domingos vamos a Misa con Cristina, en algunas ocasiones no hay forma de que se quede quieta. Así pasó hace unos días, no dejaba de abrazarnos, moverse en el banco, etc. Nosotros le indicábamos cómo se tenía que comportar. Obedecía, pero al rato volvía a las andadas.
En esos momentos yo pensaba que los santos que nos miraban desde el Altar no podían estar muy contentos. Además de que las personas que se sentaban detrás nuestra se podían sentir un poco molestas con su comportamiento.
Llegó el momento de darnos la paz, justo detrás nuestra había una religiosa que en vez de darle la paz a Cristina le dio con mucho cariño dos sonoros besos.
Después de Misa llegué a dos conclusiones:
Primera, que quizás nosotros sólo vemos que Cristina se debe portar mejor, sin embargo la religiosa veía los esfuerzos que hacía por conseguirlo.
Segunda, que los santos no querían ver a Cristina portarse bien, sólo querían verla.
Y tercero, los lectores de tu blog tenemos envidia de esa religiosa por poderle plantar dos besazos a ese terremoto encantador.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenos días Fernando. Dos reflexiones muy útiles para todos los que vamos a Misa. Sobre los besos a la hora de dar la paz los que así hacen deberían darnos un par de besos a todos, que nos ponemos muy celosos y despiertan nuestra nacional envidia.Un abrazo.
ResponderEliminar¿cómo no querer ver a Cristina? Nosotros nos morimos de ganas por estar de nuevo con todos vosotros. Besazos desde Hamburgo, familia :)
ResponderEliminarQué bella es Cristina, ¡tenéis que estar muy orgullosos de ella y de sus progresos! Es para comérsela :)
ResponderEliminarCreo que has dado en el blanco Fernando.
ResponderEliminarUn beso fuerte a toda la familia
no comento mucho por aquí, pero soy fiel seguidora de tu blog y me encanta, por eso te he dejado un premio en el mio. gracias por compartir estas experiencias con todos nosotros!!
ResponderEliminarLo importante estaba hecho asi que sin duda los besos eran bien merecidos. Besos Bego
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