Uno de los síntomas del autismo es la gran tolerancia al dolor que tienen algunas personas. Cuando Cristina era más pequeña sí que presentaba este síntoma. Si estaba enferma no podíamos saber si le dolía algo o no, pero actualmente nos lo hace saber sin que nos quede lugar a las dudas y en ocasiones de forma muy exagerada.
El domingo pasado después de hacer una corta excursión por el monte nos acercamos al tranquilo y apacible Castillo de Javier a comer unos bocadillos. Pero la tranquilidad desapareció cuando Cristina dio un mal paso y cayó al suelo quejándose de un pie. Los gritos de Cristina -jamás le había oído gritar tan alto- seguro que los pudo escuchar San Francisco Javier desde el fondo de su Basílica, además de todas las personas que por ahí deambulaban.
Al principio pensé que estaba exagerando, pero tardaba tanto en calmarse que me lo tomé en serio. Por fin consintió en que la cogiera en brazos para llevarla hasta el coche y posteriormente al médico.
De un extremo de mutismo absoluto ante el dolor hemos pasado a otro de comunicar a pleno pulmón su dolor. Pero hasta encontrar un punto medio prefiero el segundo extremo.
P.D.: El autodiagnóstico de Cristina fue: -"Me he roto el pie izquierdo" Por fortuna la doctora nos dio otro: esguince de tobillo. Ha pasado toda la semana con muletas.
Si, ante uno y otro, siempre es preferible el segundo. Espero que ya este bien, o al menos no la duela.
ResponderEliminarBesos.
Recuerdo cuando mi hija no distinguía si el agua de la bañera estaba caliente o fría y era su hermano el que protestaba cuando los bañaba a la vez. También recuerdo que se podía dar golpes tremendos y parecía no hacerse daño. En la guardería se pilló un dedo con una puerta, hasta perder la uña y no se enteraron porque no se quejó. Ahora es todo lo contrario, y al igual que vosotros prefiero mil veces escuchar sus gritos pero no dejan de ser una forma de comunicarse y expresar sentimientos, pedir ayuda a los demás... Un abrazo y que pase pronto el dolor.
ResponderEliminarBuenos días Fernando. Mucho mejor compartir. ¿Qué tal se apañó con las muletas? Un abrazo.
ResponderEliminarMejor, qué bien! Juan no se quejó hasta alredededor de los 14. Ahora, a veces, exagera para que le presten atención y le hagan mimitos. Como no habla casi nada,m nos muestra qué y dónde. Tu niña que esté bien. Saludos. María.
ResponderEliminarMejor, qué bien! Juan no se quejó hasta alredededor de los 14. Ahora, a veces, exagera para que le presten atención y le hagan mimitos. Como no habla casi nada,m nos muestra qué y dónde. Tu niña que esté bien. Saludos. María.
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