No siempre se tiene la suerte de encontrar guisantes frescos así que cuando los vi en la tienda compré un kilo y me los llevé a casa tan contento. Aunque me quedó la duda de si sería poca cantidad.
Una vez allí para nada me esperaba que Cristina aceptase mi petición de ayuda para desgranarlos, invitación a la que se unió mi mujer y los tres estuvimos desgranando las verdes legumbres.
Y entre guisante y guisante conseguimos que Cristina nos contase algunas de las novedades de su colegio: -"Iba a ir a un concierto con sus amigos del cole", "Irían en autobús", "Naturalmente se portaría muy bien"...
El kilo de guisantes -tal como pensaba- no fue suficiente porque no tardamos en pelarlos y Cristina dio por terminada nuestro diálogo cuando el último guisante quedó libre.
Al día siguiente mi mujer los cocinó con jamón y naturalmente quedaron exquisitos. Así que espero volver a comprarlos de nuevo pero esta vez cogeré más cantidad.
Todo será porque ella os cuente todo lo que hace. Un besazo.
ResponderEliminarBuenos días Fernando. Trucos para estirar el chicle sin empacharse de guisantes; alinearlos, hacer doble fila o triple,agruparlos por intensidades de verde, contarlos haciendo grupos de 5, juntar todas las vainas por tamaños y poner nombre a todos los guisantes. Un abrazo.
ResponderEliminares una forma genial para hacer algo juntos y fomentar la comunicación...
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