Desde la parada del autobús del cole hasta el portal de nuestra casa hay apenas 300 metros y ninguna calle que cruzar. Se nos ocurrió probar si Cristina podría volver ella sola a casa.
Con un dispositivo de vigilancia digno de cualquier espía, los primeros días nos apostábamos para seguirla sin que nos viera.
Estas precauciones fueron del todo innecesarias Cristina se bajaba del autobús y volvía a casa como buena colegiala.
Ahora ya solo nos quedamos mirándola por la ventana, para comprobar que vuelve a casa con normalidad. Como cualquier otra persona, Cristina crece y madura a su propio ritmo, pero un ritmo imparable.
Los avances de los hijos implican también un esfuerzo por parte de los padres que tienen que ir reduciendo el "control" cuando intuyen que ya están preparados para dar un paso mas
ResponderEliminarFelicidades a todos!!!!
bendita autonomía, la que hace que crezcamos más rapidamente.
ResponderEliminarBuenos días Fernando:
ResponderEliminar¡Enhora buena!
Un gran avance.
Mi miedo, seguro que lo compartes, es que no se aposte buena gente y creo fundamental unas instrucciones básicas, incluso algún simulacro con amigo común para ella desconocido, sobre procurar estar a la vista de otros vecinos que caminan por la ruta, no apartarse de la luz y no dialogar con ninguna serpiente.
Un abrazo.