
Cuando vamos de vacaciones a mi pueblo solemos acercarnos a bañarnos al Lago de Sanabria. De pequeñas Cristina y Leyre se pasaban todo el rato en el agua. Cristina, no paraba de entrar y salir jugando en la orilla.
Hasta que sentía frío y se salía del agua, pero en vez de envolverse en una toalla o juntarse con nosotros para que le diéramos calor, se tumbaba encogida en una silla de playa tiritando toda ella.
Al punto mi mujer la cogía, la tapaba y aprovechaba para tenerla un rato abrazada junto a ella. Estos eran uno de los pocos momentos en que Cristina estaba quieta y se dejaba abrazar. Así que los intentábamos alargar lo más posible, no sólo por ella, sino también por nosotros.
No creo que Cristina rechazase nuestros abrazos porque le disgustase estar junto a nosotros, o porque prefiriera seguir viviendo aislada de todos. Yo pienso que todavía no sabía lo bien que se podía estar entre brazos de su madre o de cualquier otra persona que le quisiera.
Puede resultar extraño que haya niños que tengan que aprender estas cosas, pero lo importante es que son capaces de aprenderlo, y cuando lo consiguen cualquier gesto de cariño por parte de ellos es la mayor satisfacción que se pueda recibir.
Hola! Cristina es muy bella!
ResponderEliminarCreo que en su alma saben de nuestros sentimientos,solo les lleva tiempo asimilarlos y poder demostrar los suyos.
Besos a Cristina
ya lo hará Fernando y también para la mamá!!!
ResponderEliminarBella jugando en el agua, está inmensa...besitos Cristina!!!