En ocasiones Cristina tiene ataques de risa, no es una risa a carcajadas, pero sí una risa que le impide concentrarse, por ejemplo para leer o escribir.
Sin embargo -algunas veces ella por nuestra insistencia pero otras muchas por ella misma- se da cuenta que no puede parar y que hay algo que no es normal, porque nos pide que le pongamos un poco de cinta adhesiva en los labios.
Por supuesto, no se la ponemos. A ella es la única solución que se le ocurre para poder cerrar la boca y dejar de reírse.
Para solucionar un problema lo primero es darse cuenta que existe el problema. Cristina parece que en ocasiones lo asume y lo quiere corregir, ¿no estará empezando a conocerse a sí misma?
Yo que sé Fernando, es que todo esto es tan complicado!!! Quique, a veces, también tiene accesos de risa o de llanto.
ResponderEliminarUN ABRAZO Y BUEN FIN DE SEMANA :)
Todo el mundo tenemos a veces esos ataques de risa en los que no podemos parar, es síntoma de que estamos felices, y no vemos la causa.
ResponderEliminarEstoy segura de que ella se conoce a sí misma, pero tanto como nosotros nos conocemos, es decir, nunca llega a ser completamente.
Reir es un balsamo, que ría siempre y sea muy feliz. Un abrazo.
Fernando, cada día veo más claramente que este blog tiene que acabar convertido en libro. No sé si eres consciente del alcance de lo que escribes.
ResponderEliminar¡Un abrazo, padrazo!
Maravillosa observación.Me encanta reírme y ver como se ríen los demás, cuando resulta contagiosa no hay cinta adhesiva que nos detenga. También hemos aprendido a no reírnos y reconozco haber necesitado en más de una ocasión algo que lo impidiera. Estarás conmigo en que tal vez la gente que veo caminando por la pamplona se ha pasado de frenada y ahora necesitan que les arranquen las cintas y al menos sonrían un poco.Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEsas risas también las tiene Mika y muchas veces le es díficil tranquilizarse, en fin creo que es parte de su labilidad emcional
ResponderEliminarCariños,
Rosio
Fernando, mi hijo también ríe a veces que no puede parar.Como no habla-no con un lenguaje convencional-vaya a saber qué de nuestras acciones o aspectos le ha causado ese regocijo. Lo que sí, él nunca lora, nunca lloró. Quizás Cristina te pueda contar más adelante qué le causaba tanta gracia. Cariños.
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